DESAFÍOS...

"...sólo los que se atreven a llegar lejos, son capaces de llegar a saber lo lejos que pueden llegar..."
T.S. Elliot

lunes, 10 de noviembre de 2014

¡Aúpa Miguel! La Behobia-San Sebastián.



Si te fastidia tener que hacer cola para coger el dorsal en el caso de no haber madrugado. Si no te gusta levantarte 4 horas antes de que suene el disparo de salida ni estar de pie con la ropa de correr a la intemperie la hora y media antes de que te toque salir. Si te cabrea  tener que caminar 15 minutos desde donde empiezas hasta pasar por la alfombra del chip. Si tampoco te gusta tener que ir adelantando gente en zigzag durante muchos km y no estar solo ni un momento en toda la carrera. Si buscas hacer tu marca en una distancia. Si no te gusta  tener que buscar, al llegar, a tus amigos en la meta durante un buen rato. Si no aguantas ducharte con decenas de desconocidos. Si todo eso no te gusta…esta no es tu carrera.

En cambio, si te gusta la amabilidad y sonrisas de los voluntarios que te dan el dorsal y te ayudan a hacer las cosas más rápidas y cómodas el día previo a una carrera donde hay miles de corredores; si disfrutas el ambiente en la feria del corredor y distingues mentalmente entre miles de personas las categorías de “éstos están finos” “éste no la acaba” “éste me da un repaso” o “estos vienen a acompañar”. Si el día D madrugas impaciente aunque sepas que vas a pasar algo de frío y mojarte por la lluvia mientras tienes que hacer colas y coger un tren y un autobús para llegar al punto de partida.

Si la hora y media antes de que te toque salir lo pasas fenómeno bailando las canciones que suenan en megafonía, saludando y dando palmadas a gente que, o casi no conoces o no has visto en tu vida. Si aguantas con una sonrisa el rollo que te suelta un veterano contándote las 20 veces que ha participado en esta carrera. Si te da igual hacer pis en unos arbustos aunque “eso no se hace”. Si cuando acaba la cuenta atrás sales disparado como si entrenases o estuvieses en forma cuando ni lo uno ni lo otro, y encima te da igual la marca. 

Si te gusta que el speaker sea simpático, que la música sea atronadora y te mezcle el “déjame” de los Secretos con “born to run” de Bruce. Que haya pantallas gigantes y que mires adonde mires solo veas corredores y gente animando. Si eres un corredor popular algo moñas como uno que yo me sé, al que emocionan chorradas como que el ganador del año pasado ( gallego y conocido que te de un abrazo al encontrarte ), lleva aparte de su dorsal otro con el número de una participante fallecida el año pasado.
Si eres igual que el susodicho moñas,  al que lo que más le gusta de estas cosas es estar rodeado de gente. Si te gusta como a él  participar en un deporte en que los adversarios no son rivales, sino compañeros, ver y participar en  los detalles de los demás (empujarse de coña si te ven flaquear; pasarse el agua en un avituallamiento que te has saltado, agarrarse del codo si creen que te vas tropezar…).

Y si, por encima de todo lo anterior, lo que más te gusta es sentir el calor del público y la AFICIÓN, con mayúsculas en este caso. Si todo esto te gusta, entonces, amigo, entonces, ésta sí es tu carrera. 


La carrera es, claro, la Behobia / San Sebastian, que este año cumplió su edición número 50 y que ha sido una auténtica maravilla.  Sólo he sentido una emoción parecida al cruzar la meta en los maratones de Coruña. Me habían dicho que la afición era espectacular, que el público te llevaba en volandas y que el ambiente no es comparable al de las otras carreras (y son unas cuantas ya) en que he estado. Me habían contado de todo,  pero todos se han quedado cortos. No es que la gente te anime en los puntos clave de la carrera, ¡es que te están aplaudiendo un km antes de la línea de salida y no hay ni un solo metro de los 20.000 del recorrido en que no haya público!.  No es que haya mucho público, ¡es que hay, literalmente, decenas de miles de personas gritando y aplaudiendo!. Ya en el km uno tenía el nudo en la garganta, en el 5 la sonrisa me llegaba a las orejas, pero dando dos vueltas a la cabeza, en el 10 me sentía en un sprint final y en el 15 reía a pesar del cansancio.


¡Qué de gente!. Había gente en plena autovía, gente en los balcones. Señoras, señores, chicas, chicos, niños y niñas. Bomberos, policías, parados, amas de casa, estudiantes, jubilados, lesionados, ciclistas, patinadores, carteros, relojeros, cocineros...¡viva la gente, la hay donde quiera que vas!. Había gente en silla de ruedas con un cartel donde ponía “Ánimo" o "ya no queda nada"….
Había miles y miles de gargantas animando, pero no es que animasen a “los”  corredores… ¡me animaban a MI!, animaban y aplaudían a cada uno de nosotros. Leían el nombre en el dorsal y lo que más he escuchado ayer fue “AUPA MIGUEL”, miles y miles de gargantas se quedaban afónicas gritando eso: ¡AUPA MIGUEL!.

Y Miguel, claro, con la emoción de un niño pequeño, chocando miles y miles de manos de niños pequeños sin miedo a que me pegasen ni el Ébola ni el resfriado, aplaudiendo a quien me aplaudía, sonriendo a quien me sonreía y sprintando en plena cuesta.  Hoy, como siempre, tengo más agujetas de sonreír que de correr, pero esta vez, como novedad, a las uñas negras de los dedos de los pies, tengo que añadir la mano derecha colorada de chocar palmas durante 20 km.

Como dijo un compañero corredor gallego, correr en estas tierras vascas es algo que todo corredor debe hacer al menos una vez en la vida. Esa vida, que a pesar de ser complicada es bella.

Los temas laborales (¡qué nervios tengo, madre mía!), la “veteranía” en las carreras y sobre todo la pereza hicieron que después del maratón de Coruña decidiese dejar en barbecho al blog, pero ayer…ayer me dijeron ¡Aúpa Miguel! Y he vuelto a recordar que, pase lo que pase, queda mucho camino por andar.

P.d.- Ni que decir tiene que tengo que dar las gracias al Club Atletismo Sada por organizar esta expedición porque sino no habría ido, y a Luis Lubo, del Narón, y Consuelo su campeona mujer que debutó ayer en esta distancia su paciencia conmigo estos días.  Lo único malo es (aparte de mi marca, jeje) el no haber coincidido con el maestro Alex, el corredor converso, pero, como él dijo, al menos hemos estado cerca y compartido esta experiencia.

lunes, 28 de abril de 2014

“Contra omnes dissident” 42.195 sonrisas


Contra viento y marea, otra vez nenikekamen

La preciosa medalla de finisher
Hace un par de meses escribí que el número 42 me perseguía, y que tenía pensado a los 42 años repetir los 42 Km.  Lo que ocurre es que, como también he escrito, estoy corriendo poquito por diversas circunstancias, así que no contaba con cumplir el destino y librarme de la persecución del 42. Encima, mi gran amigo Pedro, con sus zapatillas del (¿cómo no?)  42, se había propuesto una marca impresionante en el maratón atlántico de este año (Coruña42) y durante dos meses o más ha sido un auténtico coñazo comiéndonos la oreja con kilómetros, series, tiradas largas, ritmos…, jajaja (es broma Killo).

El caso es que como estaba inscrito desde el primer día en esta prueba, a pesar de no haber entrenado, acudí a la cita para acompañar a los amigos y  disfrutar del ambientazo. Las semanas previas, como todos los abriles últimamente, giraban en torno a las famosas 26 millas. Que si el aniversario de los atentados de Boston, que si discusiones sobre la muerte del pobre Filípides, que si ya es faena que coincidan el mismo día el “Madrid Rock and Roll Maratón” y otros con “La maratón atlántica Coruña42”, que si “tengo una contractura que no puedo con ella”… el mes del maratón, en resumen.

Y como en un “deja vu” del 2012, allá fui, con la idea de hacer (lo confieso) dos vueltas enteras al circuito, que consta de 3 vueltas de 14 Km “y un poquito más”, hasta el centro de la plaza de María Pita, aunque decía que solo iba a hacer la mitad, por aquello de quedar bien si me retiraba antes de la segunda vuelta.   

No voy a hacer la típica crónica porque sin entrenar y casi sin mirar el crono, no hay mucho que contar. La llegada al punto de salida, en Puerta Real fue, como siempre, un cambio de chip: Saludos, abrazos, fotos, nervios, gente haciendo cola en los wc portátiles, otros detrás de los matorrales ante la vista gorda de los policías locales, … Me coloqué en el cajón de “los sin marca” para no molestar. Salí pegado al amigo coruñés Jorge, con sus mp3 repletitos de canciones de Julio Iglesias y tras la charla del ya clásico “speaker” de las carreras coruñesas, sonó el disparo y allá fuimos, a sufrir, él  se me escapó y a mi me dio igual, total, siempre había alguien conocido alrededor.

Me ahorro detalles, solo contar que la primera vuelta la hice como quien trota por el pinar, encantado con el recorrido, con los voluntarios y miembros de la organización, con el público madrugador y con lo bien que me sentía. El recorrido en Coruña tiene la particularidad de ir cruzándote con los demás corredores cada dos por tres, y así pude animar a los conocidos, entre ellos el mítico Coke , de los Padel Rock, con su camiseta de Etiopía.

Parte del Club Atletismo Sada
Al llegar al punto de media maratón ya iba pensando en donde parar e ir a cambiarme para animar a los amigos al llegar a meta, pero al ver a las hijas de Pedro y a Ana animándome seguí hasta la segunda vuelta, donde mi club, el Club Atletismo Sada daba colorido y animaba como si me conociesen de toda la vida. Ya que estábamos aquí decidí, como en 2012, seguir un poquito más, y cuando llevaba 32 Km. y vi, por octava vez, a los amigos Pablo y Vicky animándome a grito pelado fue cuando decidí acabar el maratón y cumplir el rito de los 42 a los 42, independientemente del tiempo que me llevase, total no vivo de esto...

En esta ocasión, al contrario que hace dos años, por fin conocí al famoso hombre del mazo. Estaba apoyado en el muro (que también existe) , sí,  ahí estaba, justo en el Km. 34, en pleno paseo marítimo. Me paré, me agaché a estirar la dolorida espalda y a los dos segundos una amable voluntaria en bicicleta me dijo “¿está usted bien?” lo cual me picó el orgullo de madurito interesante (¡mira que tratarme de usted!!) y me hizo continuar, totalmente solo como el corredor de fondo de Sillitoe, hasta llegar casi a la milenaria Torre de Hércules. Poco después ya estaba adelantando gente hasta el Km. 40 y, como todo maratoniano sabe, a partir de ahí da igual que te duela hasta el alma (que te va a doler), acabas por narices.

EL último Km. y medio fue acompañando al recién alcanzado Jorge, saludando, chocando palmas, besando gente, y con una sonrisa que no me cabía en la cara y que a estas alturas aún no me ha abandonado. Ahí se iba el jevorro de Fon, que bajó de 3.30 el tío,  con su guapa mujer que había corrido el diez mil paralelo. La cara que puso cuando me vio a punto de terminar el Maratón fue un poema. 

Pero lo mejor fue justo después, el "casi hermano" Pedro y su familia, con su entrenador Antonio y la sonriente Hanna estaban esperándome a cada lado del pasillo en el Km. 42 jaleándome como si fuese un famoso. Me emocionó más saber que sus zapas del 42 lograron su objetivo que el hecho de llegar a meta, donde por supuesto, ya que uno sigue siendo un moñas, hubo un par de lagrimitas antes de encontrarme a todo el mundo e irme a tomar la preceptiva y merecida cervecita de recuperación.

La imagen de este Maratón Atlántico. Pedro llegando a meta. 
En fin. Una maravilla. He vuelto a tocar el cielo, me siento bien, me alegra haber tomado la decisión de participar y terminar la carrera y, si bien desmitifico totalmente la distancia (si la hago yo dos veces sin entrenar, no es para tanto) le doy razón a la locomotora Zatopek “vives una vida diferente”. Como me ha dicho José D., al repetir, ya puedo llamarme realmente maratoniano.

Y llegamos al final. Cuando parece que las cosas se oscurecen, que la emoción desaparece, cuando el aburrimiento hace acto de presencia, cuando no se tiene ganas de nada, los problemas pesan más que nunca y las preocupaciones rutinarias parecen más grandes, la vida te pone en bandeja  oportunidades para, si las aprovechas,  darte cuenta de que sigue siendo bella, que en cualquier momento se puede levantar cabeza, ensanchar la sonrisa y recordar que sí, que queda mucho camino por andar.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Déjame calzar esos pies desnudos (Run With Etiopía)

Tras este durísimo invierno de ciclogénesis, lluvia,  temporales, lluvia,  borrascas, lluvia, olas, inundaciones,  tormentas y más lluvia, por fin los gallegos estamos disfrutando de un anticipo primaveral que nos llena de energía, de ganas de hacer cosas, nos pone buen color, nos confirma que "nunca choveu que non escampara" y que, efectivamente la vida es bella y con sol, más aún. 

Aunque este año, por unas u otras razones, casi no he sido "corredor" consuela seguir trotando de vez en cuando (cada vez más, gracias a que los días van alargándose) y seguir en contacto con este mundillo, aunque sea como público. Ya comenté lo bien que lo pasé disfrutando "desde la barrera" del campeonato de España de Medio Maratón, La Coruña21, hace unas semanas. El pasado domingo tocó aplaudir, bajo un sol impresionante, a los participantes en el I Cross Country Galicia Pinar de Cabanas, farragoso nombre para una carrera de menos de 4 km, campo a través, en un circuito muy chulo en "mi" pinar.

Entre ver estas dos carreras y la proximidad de la Vig Bay (medio maratón "Gran Bahía" que une Vigo y Bayona con un recorrido alucinante) me ha picado el gusanillo y tengo ganas de volver a la línea de salida en alguna carrera popular. Justo ayer he encontrado la motivación que me hacía falta, participar en una carrera solidaria  en As Pontes de García Rodríguez, aquí cerquita, y a la vez...¡en Etiopía!.

Para entenderlo esa conexión correr/ AS Pontes/ Etiopía hay que explicar que se trata de un evento organizado por ABAY, una asociación que nació impulsada por un grupo de padres adoptantes de niños etíopes interesados en desarrollar en Etiopía (país muy vinculado al atletismo) diversos proyectos como construcción de pozos de agua, dotación de medios en centros escolares y culturales, campañas de salud, sensibilización frente al VIH y otras que se explican mucho mejor en el enlace que he compartido. 


(Coke y su camiseta)
Pues bien, esta asociación, que he conocido gracias a mi amigo Coke, gran cantante de "mi" grupo Padel Rock,  mejor persona y además maratoniano, triatleta y padre de varios niños entre los que hay uno nacido en Etiopía, promueve la celebración, el 30 de marzo, del evento "IN REAL TIME WITH ETIOPÍA"IRT consiste en la organización de carreras al mismo tiempo en diferentes ciudades de España y al mismo tiempo en Walmara (Etiopía) (donde ABAY concentra la mayor parte de sus proyectos) además del desarrollo de otras pruebas deportivas y, también aquí y allí, exposiciones fotográficas, presentaciones de composiciones musicales, libros y cuentos... buscando poner la mirada en la lejana Etiopía acercándonos a ella.
Coke participará con su camiseta de la selección de Etiopía, comprada por él mismo en el estadio de Addis Abeba y yo con la que me quepa, jeje, corriendo los dos en As Pontes y, a la vez, en Etiopía, siendo, como él dice "real runners". Por cierto que Paula Mayobre, protagonista de mi entrada sobre La Coruña 21, que hizo un carrerón el el Cross de nuestro pinar, es la madrina de la carrera en As Pontes, así que allí estaremos, sudando por una buen causa.  Quien quiera aportar un granito de arena y no quiera o pueda sudar, puede participar pinchando el siguiente enlace llevando el "dorsal solidario".

Para terminar copio este texto sobre el evento deportivo que leí en la página de ABAY. Me ha gustado tanto que no puedo evitar compartirlo. Un saludo y a ver si "encontramos ese viento que nos lleve".


UN LUGAR DONDE CORRER UNIDOS.

Búscame un lugar donde correr unidos
encuéntrame ese viento que nos lleve
que llene de golpe todos mis sentidos
que note que mi corazón se mueve.
Déjame calzar esos pies desnudos, 
préstame un instante tu sonrisa
hazme sentir que mi calor es el tuyo,
guárdame en tus ojos esa brisa. 
Invítame a soñar que somos sólo uno
muéstrame el camino que le dé sentido
que dé la vuelta a este injusto mundo, 
que nos levante del sitio en que estamos  metidos. 



jueves, 27 de febrero de 2014

Disfrutar desde la barrera.

El pasado domingo, 23-F, se celebró en Coruña el campeonato de España de Medio Maratón, La Coruña21. De 6 ediciones que se han celebrado, 4 desde que empecé a correr, sólo he participado en dos, la tengo medio gafada.

(Killo sufriendo tras "hacer mi marca")
En Galicia seguimos viviendo sumidos en un perpetuo temporal, encima salgo tarde de trabajar y desde enero, a la gripe le sucede amigdalitis, que a su vez se enlaza con un resfriado, que se conecta con vagancia o pocas ganas, con lo que los entrenamientos este ultimo mes y medio han brillado por su ausencia, claro. Ya escribí que este año pensaba seleccionar un poco las carreras y no machacarme en el asfalto, por supuesto menos aún sin estar entrenado. Así que, muy a mi pesar y aún estando inscrito, no participé en La Coruña21, sino que le cedí el dorsal a mi casi hermano gaditano Killoke y le acompañé a la carrera, así aprovechar para ver el campeonato, animar a los corredores y, como no, saludar sin parar, hacer vida social y tomarme un par de Estrella Galicia, por supuesto. 

(Pedazo carpa y pedazo club)
Dejamos el coche en el aparcamiento de mi trabajo y en cuanto saludé a los policías de la puerta ya no paré de charlar con conocidos en toda la mañana. El calendario de carreras está tan saturado que esta vez faltaron muchos de los habituales ferrolanos, aunque sí estaba el fenicio (de Fene) Ton y el jevorro de Alfonso, jeje. También estaban mis compañeros del Club Atletismo Sada, con su carpa/guardarropa/punto de encuentro que parecía el centro del universo, entre corredores, corredoras y amigos y familiares, debíamos ser unos 40 del club, por lo menos.

(Fon, Killoke y servidor en medio)
El circuito este año era diferente, en lugar de ser 3 vueltas idénticas a un circuito llano se daba una vuelta de 7 km y otra más larga, de 14, una de las tres vueltas de que consta el Maratón La Coruña42, que se celebrará el 27 de Abril, y que espero poder disfrutar, sino entero, un par de vueltas. La verdad es que para el público es un buen circuito, porque con cruzar un par de calles, puedes ver la carrera continuamente. 

(Lamdassen, apoyando el reto acondroplasia)
En cuanto los amigos empezaron a calentar y se situaron en la salida me uní a una buena pandilla de "animadores", con los que lo pasé como un enano. Mucha gente me pregunta cómo puede gustarme ver carreras (que me guste correr lo van entendiendo), dicen que es aburrido, que no es lo mismo que un partido de fútbol o tenis. Pero a mi me gusta, me lo paso muy bien envidiando el estilo de unos, riéndome de las pintas de otro, alucinando por cómo corre ese vejete,   flipando con que la chica guapa que veo a veces por cerca de mi trabajo también participe en carreras o riéndome de las anécdotas que suelen pasar. En esta ocasión, en pleno campeonato de España, el coche con el crono que abre la carrera se caló solo empezar y hubo que repetir la salida ¡eso fue un caos! menos mal que la gente se lo tomó a cachondeo y ya se conoce a esa salida como el momento "arráncalo por Dios" en plan Carlos Sainz y Moya. Vamos, que disfruto "desde la barrera" también. 

De esta carrera en particular, aparte de quedarme afónico como siempre y reirme de lo lindo con las ocurrencias de mis compañeros, he disfrutado viendo los impresionantes sprints de llegada a meta de los campeones Ayad y Alessandra (mínimas para el campeonato del mundo, ahí es nada) pero sobre todo, de la llegada a meta de una conocida que entrena en "mi" pinar de Cabañas

Paula es una chica joven (no llega a 25 años) que lleva corriendo toda la vida, ha sido campeona de España en varias distancias y categorías, suele entrenar en el pinar y conoce a todos los corredores de la zona. Con eso de coincidir mucho corriendo  (ella delante, claro, jeje) y  sobre todo en el "banco de estirar" en la clásica charla final de los entrenamientos, todos seguimos su evolución y la animamos, claro. 
(Tres eran tres en el banco de estirar)
Después de una lesión que le ha tenido algo apartada de las carreras, lleva unas semanas que cada vez que miro al pinar allí está ella, con sus "liebres" corriendo a toda pastilla, y yo muerto de envidia, claro. Nos había comentado que se iba a estrenar en esta distancia en La Coruña21, y yo pensé que haría una marca de entre 1.22 y 1.26. Ella corre mucho pero no dejan de ser 21.097 metros y la primera vez que participa.

Pues allí estábamos, viéndola pasar (yo estaba con Alex, uno de sus "liebres"),  animándola sin parar y comentando las incidencias. A la hora de empezar la carrera nos pusimos cerca de meta para ver las llegadas y, a la hora y 17 minutos del disparo de meta allí la vimos, esprintando, con su típico gesto de esfuerzo y una cara de emoción que se nos contagió a nosotros. En cuanto cruzó la línea de meta se puso a llorar mientras el público se desgañitaba animándola, y allá fue Alex corriendo a abrazarla. Parece una chorrada, y los que no estén en este mundillo al menos como aficionados "paquete" como yo, no lo entenderán, pero ese momento fue uno de esos que te animan a seguir corriendo y disfrutando de esto. 
(La imagen de la carrera. Enorme Paula)

Dejo la imagen de sus lágrimas al llegar y los aficionados al fondo animándola sin parar. Hasta ahora las imágenes que tenía de ella era verla corriendo siempre con cara de esfuerzo y estirando en el banco, ahora se une esta cara de sincera emoción. Por cierto que Paula, miembro del equipo Bikila, ha creado una escuela de Atletismo, tanto para niños como para mayores, así como ya iniciados o "novatos" muestra de que vive el atletismo como debe ser.

Así pues, por un lado me fastidió perderme la carrera y por otro me alegró poder disfrutar de estos momentos desde la barrera (si hubiese participado, me lo habrían contado media hora más tarde, jeje).   Acabo por hoy, a ver si empieza la primavera y vuelvo a correr más a menudo y escribo más.

miércoles, 29 de enero de 2014

42 ( y un poquito más)...la obsesión

Aquí estamos de nuevo. Tras una pausa, año nuevo, entrada nueva. 
Lo curioso es que seguimos como a fines del pasado año, en plena "ciclogénesis explósiva". Hablaba hace un par de meses del anuncio de Gadis y su optimista y entrañable "se chove que chova", está claro que el genio publicitario este año ha acertado de pleno. Todos los días nos acordamos de esa frase. Tan mojados estamos que yo creo que nos va  a salir musgo en la cara norte y que en breve vamos a ir revisando el refranero, ¡eso de que "nunca choveu que non escampara" empieza a ser dudoso...!

Hace muchos años que no teníamos un invierno tan malo. Decía la canción del mítico grupo vigués Siniestro total que en ésta, miña terra galega, el cielo es siempre gris. ¡Gran verdad! hace que no vemos cielo azul una eternidad. No nos falta de nada:  tenemos frío, también viento y hasta nieve. Cae granizo, hay alertas de todos los colores, vemos buques accidentados, inundaciones, árboles y farolas caídos. Las olas causan tragedias, las mareas vivas llegan a la puerta de casa. Caemos en gripes y resfriados...y, sobre todo, "habemus" lluvia. Mucha lluvia. Llueve sin parar, agua y más agua, charcos, paraguas rotos, zapatos de repuesto en el coche, y venga a caer agua...

En Galicia, donde acaba el mar,  tenemos infinitos nombres relacionados con este tiempo. Llevamos semanas y semanas viviendo dentro de un neboeiro, pasando de mojarnos con orballo, chuvisca y barbaña a empaparnos con la arroiada y chaparrada. Vamos, que llueve a cántaros. Estos últimos días la cosa evolucionó al granizo o sarabia como dicen los vecinos lusos. Ayer nadé en la piscina descubierta y había tal ventarrón que se formaban "borreguitos" de espuma en el agua, amenizado todo ello con rayos, treboadas y torbón....Una delicia, en suma. 

Y claro...con este tiempecito, lo de salir a correr con regularidad es complicado. Si sales de trabajar tarde y tienes que conducir hasta casa por una carretera oscura, llena de charcos, curvas, faros que te deslumbran...lo que te apetece al llegar a casa es refugiarte en el sofá, tapado con una manta (de cuadros por supuesto). Es comprensible, no digáis que no. Lo que pasa es que el destino, la casualidad o el hecho de formar parte de "esos locos que corren" hacen que al ver que el cuentakilómetros del coche marca el número mítico 42 al aparcar...cambia las cosas. 

¡El número me persigue! Este año acaba en 4 y empieza en 2, este mes he cumplido 42 tacos, 42 son los km que conduzco hasta el trabajo (por carretera y dando un par de rodeos para evitar atascos, sí, pero 42 km), llevamos 42 días sin dejar el paraguas, me compro unos pantalones y me cobran 42 euros, 42 es mi numero de "tenis" (zapatillas para los no gallegos), 42 expedientes he tenido que ventilar estos días, 42 largos hice ayer en la piscina  bajo la lluvia (es olímpica ¡eh? no es que sea un vago) 42 km son los que corrí la semana pasada,42, ...¿será una señal?¿será el destino?¿será el tu voz, será el licor...? ¿qué será, será? no lo sé, pero este año cae otro maratón, está decidido. 

Es curioso que de pronto me apetezca tanto, ya que llevaba una época desmotivado en cuanto a correr. Ni siquiera frecuentaba los foros de corredores ni miraba el calendario de carreras o los resultados de los conocidos.  Bienvenida sea esta nueva idea. Estoy en un momento bajísimo de forma, pero quedan meses por delante, así que a ponerse las pilas toca. A incrementar km semanales, alimentarse mejor, escoger las carreras y planes de fin de semana y disfrutar del desafío. Vuelvo a visitarte, Filípides, lo haga bien o mal, cojeando o sprintando...no lo sé, pero el año de mis 42, mis piernas van machacar otra vez los 42 (y pico) km

Pues en esas estamos, se chove, que chova, me da igual porque ahora sí que queda mucho camino por andar...¡y tanto!