DESAFÍOS...

"...sólo los que se atreven a llegar lejos, son capaces de llegar a saber lo lejos que pueden llegar..."
T.S. Elliot

jueves, 14 de mayo de 2015

Audaz y temerario. La fuerza de la voluntad.

"No es duro... La fuerza de voluntad es lo que cuenta", Francisco Contreras Padilla. Super Paco. Cientounero de 77 años. 
Hoy debería cambiar el título del Blog y llamarle mas bien “mucho, pero que mucho, mucho, camino por andar”. 

Para empezar hagamos un poco de historia. En 1995, como parte de los actos que conmemoraron el 75º Aniversario de la Fundación de La Legión Española, surge la iniciativa de una actividad cívico militar para acercarla un poco más a la población civil por medio de una prueba deportiva de dureza extrema, donde la entrega y camaradería entre civiles y militares fuera un valor tangible. 

Demos un salto en el tiempo y observemos, en un pueblo con mar como dice la canción,   a dos amigos, militar uno y civil el otro,  aficionados al deporte, paquete el uno y un señor iron man el otro,hidratándose convenientemente en la puerta de un bar. Tan rica estaba la Estrella Galicia fresquita que una fue siguiendo a otra, y  otra y otra más...hasta que las conversaciones pasaron de un " a ver si mañana corremos un poco " a un "a que no hay narices de apuntarse a una locura"...

Audaces y temerarios
Y hubo narices, hubo. Y además suerte, porque no es nada fácil conseguir un dorsal para participar en los míticos 101 de Ronda.  Así que una vez confirmado éste, no hubo más remedio que ir.
Pasaron los meses y, tras jurar por lo más sagrado no volver a inscribirse a nada sin antes pasar un control de alcoholemia, el sábado 9 de mayo de 2015 el que suscribe está luciendo su camiseta del Club de Atletismo Sada, con los ojos como platos y el corazón en un puño, bajo un sol de justicia, acompañado del otro temerario y de otros conocidos ( ya ahora casi íntimos) ferrolanos "de toda la vida" en el campo de futbol de Ronda, Málaga, con otros tres mil audaces, decenas de legionarios de la organización, familiares, acompañantes y hasta una cabra,  sobrevolados por un ala delta y un helicóptero de la Guardia Civil esperando que, tras los reglamentarios y emocionantísimos  "Vivas" puño en alto y gorra al viento, sonase el cohetazo de salida y empezase el camino, (¡y qué camino!). 

He tenido que esperar unos días para escribir esto porque tenía que bajar del cielo. Mientras tecleo no sé cómo voy a contar la experiencia, es más, no sé qué voy a contar porque sería imposible hacer una crónica de esta aventura.  Intentémoslo con lo típico que se cuenta en las carreras: Objetivos, entrenamiento, estrategia y experiencia. 

El objetivo: Mi plan a) era  recorrer los 101 km en unas 18 horas. El plan b) era cruzar la meta antes del límite de 24 horas y el plan c) consistía, simplemente, en volver a Galicia vivo.  

Alcalá del Valle
El entrenamiento: Casi no hubo, la verdad. Solo participar en las típicas carreras de todos los años (con el fantástico maratón atlántico como colofón) y eso sí, los fines de semana acumular kilómetros, pero sin seguir una rutina, yo soy así y así seré, nunca cambiaré como dice otra canción. 

La estrategia, por llamarle de alguna manera: En llano correr al trote sin pasarse, cuesta abajo correr cuidando de no dañarse las rodillas ni embalarse y cuesta arriba, aunque fuese el mínimo desnivel, caminar.  Lo hice, lo hice. 

Y ahora viene lo imposible de narrar. La experiencia en sí. Quien no ha hecho maratones, ni por supuesto pruebas como ésta, si por casualidad lee esta entrada pensará que es una chorrada y una fantasmada. Quien haya hecho varias pensará "cosas de novato", otros me llamarán friki y todos, sin excepción, dirán que soy un poco moñas. Es lo que hay. 

¿Qué cuento?, ¿con qué me quedo? ¿Con lo impresionantemente bonita que es la ciudad de Ronda? ¿con el indescriptible Tajo? ¿con la Sierra o con  los blancos pueblos como Alcalá del Valle?, ¿con las piedras del camino o las alucinantes casas cueva de Setenil de las Bodegas?.  ¿Cómo voy a describir lo que es correr por la plaza de toros de Ronda que tantas veces hemos visto en la televisión siendo aplaudido por decenas de vecinos?.  

Ferrolanos por el mundo
Puedo contar que el primer avituallamiento fue una fiesta donde coincidimos todos los conocidos y que más tarde, en el campo de maniobras daban ganas de correr demasiado rápido, menos mal que esta vez sí que usé la cabeza, porque lo habría pagado. También puedo contar la bajada sufriendo un sol abrasador a Arriate, regados por las mangueras y animados por los gritos de los vecinos  (¡ay, ese acento andaluz !!).  Menuda marcha había en ese pueblo, por cierto,  daban ganas de quedarse de cañas. Ya llevábamos más de 30 km y estábamos como nuevos.  

Venga, cuento el momento moñas número uno cuando, acompañando muy inteligentemente (perro viejo) a un equipo de legionarias veinteañeras, le chocamos las palmas a un niño en silla de ruedas que nos animaba mientras su amigo, hermanito o lo que fuese le empujaba de un lado a otro (lagrimilla nº 1  de cabañés a punto de salir). 

Con la luz y el calor del sol también tuve el privilegio de recorrer unos km pegado al famoso super Paco, que a sus 77 años y vestido de campesino hizo los 101 mejor que muchos "runners vestidos de calippo".  Más cosas que pasaron bajo la luz del sol....la cuesta de cemento tras Alcalá del Valle, que desafiaba la Ley de la gravedad; el ambientazo de las terrazas de Setenil, donde me alegré de que el amigo liante fuese mucho más rápido porque sino nos quedábamos de copas seguro seguro; los lugareños sentados en las puertas de sus casas en todo el recorrido de día, y sus niños ofreciéndonos agua y fruta (¡esa sandía, qué rica estaba!!!), el camión de bomberos refrescándonos, el ambientazo en el avituallamiento fuerte de Setenil (km 56) donde ya empezábamso a ser menos. Podría no parar de escribir...

Setenil
En estas pruebas siempre se conversa con los demás participantes, pero cada vez se hablaba menos. Y yo cada vez estaba más convencido de que iba a poder lograrlo. 
Habría que contar que unos km después se puso el sol. Se encendieron los frontales y hubo momentos en que eso parecía el proyecto de la bruja de Blair. Al principio ves "en blanco y negro",  es raro, y en dos dimensiones, yo no estoy acostumbrado y no distinguía los desniveles al pisar. Los mosquitos nos invadían. Entre eso y el cansancio, a partir de ahí casi no troté, solo caminaba rápido. 

En el km 76 (¡km 76!!!) llegamos al Cuartel del Tercio.  Al entrar se me ponen los pelos como escarpias cuando un legionario se cuadra y me da la bienvenida. Tras beber y descansar unos minutos llega Poli anunciando que se retira por calambres, una pena.  No fue el único, allí veo mucha gente retirarse y ambulancias asistiendo a algunos. 

Iba tan bien de tiempo (para mis planes) que cometí el gran error de meterme en el comedor. Fue terminar la cena, ponerme de pie y casi desmayarme. Un sudor frío me empapó de pies a cabeza y traté de disimular para que no me impidiesen continuar. De pronto noto un brazo firme pero suave en mi codo y escucho "¿vamos a tomar el aire chiquillo?" casi me enamoro, jeje. Una legionaria jovencita, de uniforme (sanitaria ella) me lleva fuera y me atiende un rato. No se si fue ella y su acento o la Cocacola (auténtico bálsamo de fierabrás, digan lo que digan ), pero al rato me siento mejor y me decido a seguir. La verdad es que tenía miedo de no poder acabar pero si semejante monada te dice, con ese acento: "a por los 101 , guapo" pues ya no hay vuelta atrás, jaja. Con la coña perdí más de una hora. 

¿Santa compaña?
Y habría que contar también la última parte de la carrera. Esos últimos 25 kilómetros de una dureza que yo no me imaginaba, y mucho menos esperaba que yo iba a ser capaz de sacar fuerzas de flaqueza y mantener el ritmo de los que me rodeaban, no podía más pero tenía voluntad de seguir y no quedarme atrás. Me sorprendí subiendo las cuestas sin bastones, admirando la hilera de luces que formaban nuestros frontales por la bajada de Montejaque, Benanjoan (desierto a esas horas) y las cuesta la Ermita y la Muela. Parecíamos la Santa Compaña.  Aquí vino el momento moñas número dos, cuando sentí con toda mi alma la pena de saber que no iba a poder contarle a mis padres lo bonito que era eso, y lo que estaba viviendo.  

Durante esos kilómetros lentos, la intensidad del esfuerzo, el cansancio, el silencio que nos rodeaba, solo roto por el chocar de los bastones, el rumor de los pasos y muchos suspiros y lamentos (desde los de lenguaje tabernario "su p...madre" hasta auténticas jaculatorias "Por Dios Santo, quiero llegar a lo alto"), hacen que la cabeza se evada. Uno sigue por inercia, tirando más de voluntad y fuerza mental que de físico y entrenamiento. Los movimientos son descoordinados. Llegué a estar en una especie de sueño, se me escapaban palabras sin sentido, pensaba en voz alta y mi mente jugaba conmigo, como cuando los juegos de luces y sombras del frontal y la luna hicieron que me imaginase al compañero que me precedía con sus bastones como una gigantesca mantis religiosa.  Recuerdo el olor del campo, las culebras serpenteando a nuestro paso, el escorpión que estoy seguro que vi, las sonrisas y ánimos de los solitarios legionarios que velaban por nosotros...recuerdo muchas cosas. 

El Puente Nuevo. Ya estamos casi 
Tengo que ir abreviando porque esto puede no tener fin. Solo decir que los últimos 25 km me llevaron muchísimo más tiempo que los 76 anteriores, incluyendo la hora perdida en el Tercio. Pero al llegar a los pies de Ronda, ver el  puente nuevo allá a lo alto iluminado por la luna hizo que la llamada cuesta del cachondeo fuese superada a base de anhelo, deseo y ansia por llegar a al Alameda del Tajo, donde al llegar sobre las 6 de la mañana había gente animando y aplaudiendo, lo que unido a las ganas de llegar y la fuerza de la voluntad, hizo que quienes coincidíamos en los últimos metros entrásemos corriendo como si no llevásemos más de 100 km encima en algo más de 19 horas.  Los caballeros legionarios nos colgaron los "ladrillos" nos felicitaron y cruzamos el arco de meta sintiéndonos orgullosos, inmensos, grandes, satisfechos, sufridos y, sobre todo, felices, muy felices.  

Sufrimiento y dureza
Habría mil anécdotas que contar, pero es imposible. La prueba de que, efectivamente, estamos locos, es que cada minuto que pasa tengo más ganas de repetir la experiencia a pesar de lo que he sufrido. 
Durante estos días, van viniendo a la cabeza momentos  de manera similar a esas escenas de Forrest Gump, cuando vemos al protagonista correr y correr, sin sentido, y la cámara nos enseña mientras suena un fantástico fondo musical, puestas de sol, campos de trigo, pueblos, nubes, sudor, sonrisas y llantos.... (momento moñas número 3)

Soy cientounero, lo he conseguido siendo un paquete. Tengo la cartilla de enganche de la Legión. Repetiré.  Soy cientounero, gracias a, como dijo Super Paco, la fuerza de la voluntad. Lo he conseguido. Y estoy muy feliz.