"Miró por sobre el mar y ahora se dio
cuenta de cuán solo se encontraba. Pero veía los prismas en el agua
profunda y oscura, ....miró
adelante y vio una bandada de patos salvajes que se proyectaban contra
el cielo sobre el agua, luego formaban un borrón y volvían a destacarse
como un aguafuerte; y se dio cuenta de que nadie está jamás solo en el
mar." Ernest Hemingway, El viejo y el mar.
Si cambiamos los patos salvajes por gaviotas chillonas, casi podría decir que el pasado domingo he sentido lo que describe el barbudo Ernesto.
Y es que ese domingo se celebró la VI edición de la que consideramos LA TRAVESÍA gallega, así con mayúsculas, Sisargas / Malpica, organizada por mi amigo, el gran Dani. Se trata de una travesía que no destaca por su distancia (4200 metros en el hipotético caso de hacerla en línea recta) pero sí por su emplazamiento mítico (inicio de la Costa de la Muerte) y su dificultad.
La historia de esta travesía en mar abierto (abiertísimo diría yo) es curiosa y bonita. El bisabuelo de Dani, allá por 1933, apostó con sus amigos mariñeiros de Malpica de Bergantiños a que era posible nadar desde el archipiélago hasta la playa de Area Maior, en pleno pueblo. Casi puedo ver la escena si cierro los ojos, ese "a que no hay huev..." dicho entre amigos y entre tazas de Ribeiro o cervezas (cómo me identifico, jeje). Resumiendo, el temerario malpicán logró su hazaña pero lo pagó con una pulmonía que le llevó al campo santo unas semanas después. Su bisnieto surfeiro y nadador Dani, décadas más tarde, impresionado por la historia familiar, decidió organizar esta travesía. Travesía ya clásica que más que una competición deportiva es un evento inolvidable en el que se une el compañerismo, la vida sana, la superación, vencer miedos, espíritu deportivo del de verdad (no buscar el "ganar" sino el "participar").
Yo, siendo un nadador del montón, bastante vago y con mis michelines encima, ya había participado, pero esta ocasión fue especial. La semana anterior hizo un tiempo que esto parecía un verano "de los de antes" con lloviznas, nubes, claros de sol que aprovechábamos para ir a la playa, y sobre todo con mucho viento y olas. La predicción para el fin de semana hacía prever lo peor, posible suspensión de la travesía debido a las condiciones del mar. Finalmente, salió el sol, las olas disminuyeron algo y el engañoso viento del nordeste pareció dar una tregua. En teoría la marea nos ayudaría, parecía que iba a ser divertido.
Antes con Nacho y Luis Jarri.... |
El ambiente previo fue una maravilla, muchos amigos, bromas, risas, conocer gente nueva, ánimos, consejos, más bromas...La singladura en el precioso pesquero Adrina desde el puerto a la Sisarga Grande, coincidiendo con la super fotógrafa bromista del año anterior (Irina Bastón, muy recomendable) con el amigo Nacho, Luis Atlante, Juanete y otros, fue divertidísima. Mientras saludábamos a los participantes que iban en otros barcos (la gran Bea, siempre sonriente, que organiza las mejores travesías de galicia, mi primo Javier, Amparo la gran nadadora, los Kurai, Diego, Álvaro y Pablo de los entrenos Enxebres, la gente de las Rías Baxas, compañeros de Cabañas como José, con quien fui ya el año pasado, los Nosportlimit de Coruña y tantos otros que siento olvidar), el patrón y tripulantes ya nos advirtieron que la cosa iba a ser dura.
Y tan dura que fue. En resumen solo diré que tras 15 minutos en que se podía nadar bien, se levantó un nordeste brutal que cambió la corriente, poniéndola totalmente en contra con lo que por mucho que bracease no avanzaba nada. A eso se unió un oleaje tremendo que, si bien era llevadero, motivó que los kayaks de apoyo de otros años no nos acompañasen, con la inseguridad mental que eso provocó.
Durante... |
A poco de enfilar la Ermita de San Adrián, tras mucho tiempo viendo impotente como casi no avanzaba, ya estaba resignado a acabar de último, cosa que me da igual. Pero ni eso. El oleaje y mi manía de no tomar biodramina pasaron factura y empecé a "dar de comer a los peces". Parecía un quinceañero borracho de garrafón en un botellón cualquiera. Suena poco fino pero eché la comida de un par de días (y prometo que eso, en mi caso, no es poca cantidad). Ahí estaba, mareado, debilucho y, la verdad, algo asustado por no ver a ningún otro nadador ni kayak cerca. A los 5 minutos apareció la zodiac de Protección Civil y me convencieron de subir (mucho no les costó, la verdad) nadé más o menos el mismo tiempo que me llevó acabar la travesía el año anterior, y aún me quedaba mínimo un kilómetro y medio. Fue increíble.
La zodiac me llevó hasta el mítico y querido Adrina, donde se encontraba mi fotógrafa preferida así como un patron y tripulantes que nos trataron como reyes. Una coca cola, agua y como nuevo (aunque por la tarde tuve que pasar por la farmacia y comprar Primperán). Ahí empezaron de nuevo las bromas, fotos,
alegría con los compañeros (todos hechos polvo) entre los que estaba Luis
"tiburón", que podía haber continuado.
Y después, con Luis Tiburón. |
Me sorprendió notarme agotado, pero curtido, en el sentido de que no me importó no llegar a la playa, satisfecho conmigo mismo, cuando otra gente dejaba ver su frustración. Esto es para disfrutar, hacer deporte y conocer gente, no para jugarse la salud. Hay días y días .
En fin, parafraseando a mi amigo Luis, que compara esta vivencia con el paso por Rentería en la Behobia San Sebastián, puedo decir que esta travesía, justo ésta y todo lo que en ella he vivido (euforia, placer, susto, debilidad, compañerismo, el marco incomparable, las risas, paella y cerveza por supuesto ) han sido, como la mencionada Behobia, los maratones y los 101 de Ronda, algo especial. Algo, en resumen, para recordar.
El año que viene volvemos, a por las Sisargas, a por Malpica. A disfrutar como nunca.