Aprovechando que ayer hablábamos de la Marina, que vivo en la costa y que me moría de ganas de colgar estas fantásticas fotos hechas por mi hermana , os dejo una de esas frases que me vuelven loco aunque en ocasiones luego no consiga llevarlas a la práctica.
"El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas."
Lo dijo el escritor decimonónico inglés William George Ward, teólogo anglicano que se convirtió al Catolicismo. Es una de las mejores máximas que he leído nunca, ocupa un lugar de honor en mi larga lista de frases sobre las que volver una y otra vez.
¡Cuántas veces nos regodeamos en las quejas por cualquier problema, sea éste grande o pequeño!, ¡cuántas otras no hacemos frente a esos u otros problemas o situaciones de las que puede derivarse alguno porque confiamos en que se arregle solo!. Pues hacemos muy mal, señores, lo que hay que hacer es “ajustar las velas”. Si la cosa va mal hay que hacer todo lo posible para que deje de ir así. Es algo parecido al “A Dios rogando y con el mazo dando”, osea, que sí, que está muy bien rezar pero hay que esforzarse. La actitud positiva es fundamental, hay que buscarle el lado bueno a todo, pero no se puede esperar a que las cosas se arreglen solas, vamos, que quien quiera peces que se moje el culo.
En cuanto a la sección deportiva de este cuaderno, ayer tocaba práctica triatlética: Nadar 40 largos en la piscina por la mañana, correr a mediodía y bicicleta vespertina. El correr se frustró por una molestia en la parte externa de la rodilla, un poco más abajo más bien, no sé si será la famosa cintilla isquiotibial (¡toma ya!) o qué será, pero espero que con un día de reposo, árnica y aplicándole hielo desaparezca la incomodidad. Hace un mes no habría parado de correr, pero como creo que la lección está aprendida, ayer no me importó parar a descansar un día. Eso sí, por la tarde pedaleé una horita y media, que no se diga...
Hoy no hay más deporte que ver a Nadal en Roland Garros. Hasta otra a todos los que estas simplonas líneas lean, y a aplicarse el cuento: “Ajustar las velas”.
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