Hace un par de meses escribía por aquí que marzo mayeaba, y que lo íbamos a pagar en abril y mayo. También decía que tenía que llover puesto que los ríos (y en particular nuestro río Eume) estaban secos, tanto que daba pena verlos. Pues bien, se ve que es cierto el dicho que reza que hay que tener cuidado con lo que se desea, no vaya a ser que se cumpla...Se cumplió, se cumplió, empezó a llover y no paró. Semanas y semanas sin parar.
El pasado viernes, con eso de que el pinar estaba tan inundado que era imposible correr en él sin escafandra, y aprovechando que en ese momento (casi las ocho de la tarde) sólo lloviznaba un poco, se me ocurrió hacer la "tirada larga" de la semana por mis queridas Fragas del Eume. 16 o 17 km por la carretera que bordea el río, bajo un túnel de ramas de carballos, castaños, pinos y algún que otro eucalipto infiltrado, una gozada. Durante la ida (del "centro de interpretación" hacia el monasterio de Caaveiro, unos 8 km escasos) una vez pillado el ritmo adecuado iba, como siempre, pensando en lo divino y lo humano, haciendo planes, fantaseando y maravillándome de la fuerza del agua del río y los pequeños arroyos que en él desembocan, en comparación con lo cutre que era el caudal solo unas semanas antes.
Al llegar a Caaveiro (la subida la hice andando, que uno será maratoniano pero sigue siendo un paquete) y dar la vuelta, empezó el diluvio universal. Creo que nunca, en mis 40 tacos de calendario de vida, me había caído encima semejante aguacero, fuerte y continuado, ya que no paró hasta que llegué al coche, 40 minutos después. Parecía que, como dirían los galos de la irreductible aldea, "el cielo caía sobre nuestras cabezas" . El guardia forestal y los pocos usuarios del restaurante del río alucinaron al ver llegar a un tío delgaducho, vestido de corto, empapado y a toda velocidad en una tarde/noche tan desapacible. Aquí quería ver yo a Noé y sus homólogos de otras tradiciones, el tal Deucalión y Gilgamesh. Musgo les iba a salir en los huesos con semejante humedad.
Al llegar a Caaveiro (la subida la hice andando, que uno será maratoniano pero sigue siendo un paquete) y dar la vuelta, empezó el diluvio universal. Creo que nunca, en mis 40 tacos de calendario de vida, me había caído encima semejante aguacero, fuerte y continuado, ya que no paró hasta que llegué al coche, 40 minutos después. Parecía que, como dirían los galos de la irreductible aldea, "el cielo caía sobre nuestras cabezas" . El guardia forestal y los pocos usuarios del restaurante del río alucinaron al ver llegar a un tío delgaducho, vestido de corto, empapado y a toda velocidad en una tarde/noche tan desapacible. Aquí quería ver yo a Noé y sus homólogos de otras tradiciones, el tal Deucalión y Gilgamesh. Musgo les iba a salir en los huesos con semejante humedad.
Pues bien, como yo siempre digo, nunca choveu que non escampara, así que ayer, por fin redescubrimos algo básico: ¡El cielo es azul! es más, ¡ha salido el sol! ¡albricias, alegría, alborozo! ¡resuenen con alegría los cánticos de mi pueblo!, después de mes y medio de diluvio continuado, he senttido el calor del sol en la cara y, lo que es más importante, después de un montón de tiempo ¡por fin he podido nadar otra vez en el mar!
En otro orden de cosas,después del maratón algo ha cambiado en mi afición atlética. Salgo a correr con mucho más placer que antes, pero también con mucha más tranquilidad. Aunque tengo tres carreras a la vista en 4 semanas (5000 metros contra el cancer en el paseo marítimo de Coruña; Media maratón La Coruña 21 la siguiente semana y la mítica Milla Urbana de la Armada en la escuela Escaño de Ferrol 7 días después) no siento ninguna presión, me las tomo como simples"entrenos". Creo que el siguiente desafío debe ser algo distinto, más variado, un par de carreras de montaña en julio y agosto y un triatlón sprint (con la intención de acabarlo) en septiembre. A ver qué pasa, que siempre que hago planes algo ocurre que se tuercen y sin embargo cuando improviso, todo sale bien....Por lo pronto, sigo sin hacer "series" ya que cada vez que bajo de 4 minutos 10 segundos el kilómetro, me paso unos días sufriendo por la maldita periostitis tibial, y no me compensa en absoluto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario