DESAFÍOS...

"...sólo los que se atreven a llegar lejos, son capaces de llegar a saber lo lejos que pueden llegar..."
T.S. Elliot

jueves, 8 de noviembre de 2012

Caldo sin unto, no está en su punto.

¡Qué frío hace estos días!

Cada mañana es un suplicio salir de la ducha (anda que casi no soy exagerado, jeje). Es lo que tiene vivir en un chaletito pensado para los veranos, que se enfrían mucho. Ayer y hoy la hierba del jardín tenía escarcha a las 8 de la mañana y encima mi super coche no tiene calefacción y tengo que conducir los 42 km que me separan del trabajo (¡esa distancia me llama!) con forro polar y guantes, algo me dice que debo renovar el medio de locomoción...

El caso es que hace un frío que pela y, además, como estamos donde estamos, llueve un día no y dos sí, y como el señor Murphy tenía razón, los dos que sí llueve son los dos que en teoría toca entrenar bien, claro, con lo cual, en la práctica, no se entrena muy bien que digamos...

Lo de salir de casa a las 8 de la mañana, acompañado de oscuridad, frío y lluvia, y regresar a las 20.00 con la misma compañía, no es muy agradable, eso de que anochezca tan pronto lo llevo fatal, y aún queda más de un mes de acortamiento de las tardes, qué rollo. A veces me parece que sean las 12 de la noche y aún son las 9. Además, y hablando ya del correteo, cuando te acostumbras a correr con compañía, sobre terreno blando casi siempre y con luz, la verdad es que este clima y oscuridad desmotivan bastante y da pereza al llegar a casa, cambiarse y salir a sufrir un poquito.

Reconozco que los tres o cuatro días que corro entre semana (el fin de semana es otro cantar) siempre mantengo el mismo debate interno: Al aparcar en casa lo primero que pienso es "creo que en vez de pantalones cortos y salir a correr me pongo un chandal calentito y me acoplo en el sofá", en cuanto me quito los zapatos mi conciencia atlética me dice "piensa lo bien que te sientes cuando llevas un ratito corriendo y lo mejor todavía después de la ducha" y al final, pensar en la sensación al volver a casa, ducharte, sentirte sano y satisfecho y sentarte a zapear calentito un rato antes de dormir como un angelote puede con la tentación.

Así que eso he hecho ayer por la tarde, me quité la corbata, me puse las medias largas de compresión, camiseta térmica (me sobró al final) cronómetro y misK-Swiss de oferta de Décimas y hala, a corretear unos 10 km bajo la lluvia, pisando charcos y papando frío. La verdad es que al final siempre coincides con algún otro corredor por lo menos un rato y se te hace más ameno.

Dicen quienes me conocen que no entienden como puedo estar siempre pensando en comer, y deben tener razón porque al pasar ayer por cerca de una casa, el olorcillo de su cocina me hizo acelerar para volver a casa, en plan Homer Simpson oliendo donuts. Cuando llegué, mientras metía papel de periódico en los tenis para que se secasen, solo podía pensar en lo bien que me sentaría un buen caldo gallego.

El caldo...no se si será el tiempo o el cambio de hora pero llevo unos días muy "morriñeiro" y echo mucho de menos a mis padres y, por supuesto el caldo gallego que ella, gallega de adopción, me hacía. Así que, para matar el gusanillo de hambre y el morriñento,  me puse manos a la obra, saqué de la despensa  lacón, costilla, chorizos, grelos de Monfero, patatas de aquí al lado, habas blancas y, por supuesto, unto gallego. Mientras hervía todo en la pota grande hice los estiramientos de rigor y, tras la ducha reconfortante,  el olorcillo ya invadía la casa y ahí quedó "deixando que fale solo dos horas" a fuego lento. Hoy (y mañana, que ya se sabe que el caldo gallego debe durar dos días) estará para chuparse los dedos.

Esta época tengo mucho trabajo algo estresante y además se acercan carreras  así que hoy habrá que correr otra horita y será más agradable, sabiendo que me espera en casa ese manjar de dioses. Mis compañeros se reirán de mis pequeños michelines, y tienen razón, algo de grasa tengo pero, ya lo dice el saber popular, yo, como el caldo, "caldo sin unto, no está en su punto".


1 comentario:

  1. La cosa está en encontrar el equilibrio entre comer y correr, yo no lo consigo.¡cómo mola 42 km!

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