DESAFÍOS...

"...sólo los que se atreven a llegar lejos, son capaces de llegar a saber lo lejos que pueden llegar..."
T.S. Elliot

martes, 26 de octubre de 2010

¡CÓMO CUESTAN LAS BENDITAS CUESTAS!




Hoy me han llamado “el hombre nostálgico”, y todo por culpa de la anterior entrada en este blog, ya me esperaba algo parecido.  Menos mal que llamaron así con buena intención,  y de esa broma surgió una entretenida conversación vía correo electrónico entre varias personas. La conclusión a la que llegamos fue más o menos que la nostalgia no es mala, siempre y cuando no se convierta en melancolía, ya que  mientras la primera simplemente supone recordar los buenos momentos pasados (lo que significa que hemos vivido acontecimientos felices), pero no nos inmoviliza, la  segunda predispone a la tristeza, encierra  a quien la sufre en una especie de círculo vicioso que no deja avanzar  ni hacer proyectos y es muy fácil caer en la depresión.  Moraleja de todo esto: Está bien recordar  los buenos momentos, personas o lo que sea del pasado,  es decir, sentir algo de nostalgia, recordar con placer algo pasado que ya no volverá, pero mirando siempre adelante

Lo siguiente va a parecer triste pero no lo es, también sonará repetitivo y sí lo es, pero me da igual que aquí mando yo, jeje. El caso es que recuerdo perfectamente, como es lógico,  el día que murieron mis padres y el de su entierro. A mucha gente les extraña lo que hice esos días, incluso hubo quien me miró frunciendo el ceño. A lo mejor creen que debería haberme quedado en casa llorando o encerrarme en la antes explicada añoranza. Pues de eso nada. El día que enterramos a mi padre a las dos horas estaba remando en kayak por la ría (era el último día de verano) y bañándome con los buenos amigos que vinieron de Madrid a hacerme compañía. Esa misma noche, después de acostar a mi madre, cené el mejor pulpo de la zona en el mítico restaurante de Pontedeume “LOS CIEN PASOS” con esos mismos amigos.  Me animaron. Diez años después me despedí de mi madre (tuve la suerte de poder hacerlo) y poco después de su entierro estaba en la playa sentado cuando llegó un buen amigo, me cogió de la oreja y me dijo “a nadar un kilómetro, que te viene bien cansarte”, nunca le estaré lo suficientemente agradecido. Ese momento supuso un punto de inflexión en mi vida, aunque pueda parecer una chorrada, realizar de vez en cuando lo que ya llamamos “la ruta natatoria” (1500 metros, en realidad) ya forma parte de mis costumbres. Está claro que para superar los malos momentos, no hay nada como ponerse en acción. (¿Tengo que repetir el título del blog a estas alturas? Yo creo que no).


Y hablando de nadar, lo mío ya es, como decimos aquí, de coña. Aún hoy, día 25 de octubre, continúo bañándome en la playa. Vale, lo confieso, usé el neopreno para nadar nuestra acostumbrada ruta, pero me di un buen chapuzón en traje de baño al terminar. El agua estaba bastante fría, pero el sol calentaba que daba gusto, y eso que llevamos más de un mes de otoño.  Una gozada.


Hablemos de correr, ¿no?. Mis compañeros de correrías me han dejado solo hoy. El que no tenía obligaciones laborales, las tenía familiares o simplemente estaba acatarrado. Así que no tuve más remedio que correr solo. Cuando no tengo con quien correr simplemente corro una hora o me arriesgo a hacer cuestas. Aún  no soy capaz de hacer series sin alguien que me marque los ritmos o me atice cuando notan que voy a detenerme. 

Debería acostumbrarme a entrenar solo, pero no me gusta, qué se le va a hacer. Así que hoy, después de un calentamiento de 25 minutos me aventuré por el sendero lleno de cuestas, ramas, raíces, piedras y demás peligros que lleva hacia Redes (pueblecito del que ya hablé en otra entrada)bordeando la ría y disfrutando del paisaje y una fantástica puesta de sol. Al final corrí exactamente una hora, a un ritmo aceptable y subiendo unas cuestas impresionantes que me han dejado para el arrastre, osea que me he quedado encantado, uno es así de masoquista. Tengo que acumular kilómetros de cara al medio maratón de Ferrol y aprender a sufrir, que este domingo en Santiago me va a “dar para el pelo”, y además correr sin ver el mar ni un momento en la carrera me va a costar. 


Ya que saqué el tema  de sufrir,  de correr y del mar, estoy terminado de leer lo que ya se está convirtiendo en un libro de culto para los corredores populares. “DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE CORRER” del escritor japonés HARUKI MURAKAMI . Confieso mi incultura, yo tampoco sabía que existía este señor hasta que me hablaron de este libro, de hecho, no  me había leído nada japonés en mi vida, más allá de las instrucciones de algún electrodoméstico.  Ya escribiré de este libro cuando lo termine, hoy solo recojo un fragmento que parece escrito por mí (o por lo menos para mí):


“…ver a diario una gran cantidad de agua sea algo crucial, lleno de sentido, para el ser humano. …al menos para mí, es fundamental. Si estoy una temporada sin ver agua, tengo la sensación de que estoy perdiendo algo poco a poco. Puede que sea una sensación algo similar a la que experimentan los apasionados de la música cuando, por la razón que sea, se ven apartados de ella durante largo tiempo. Seguramente tenga algo que ver con ello el hecho de que yo naciera y me criara a orillas del mar. La superficie del agua se transforma casi imperceptiblemente día a día; varía el color, la forma de las olas y la velocidad de la corriente….”

Estoy por firmarlo yo, pero no me apetece una demanda por delito contra la propiedad intelectual.  Pocos días hay en los que no me dé un paseo por la playa o por el puerto. Ahora que no trabajo por supuesto lo hago todos los días. Pero recuerdo las épocas de más estrés en algún periodo de mi vida laboral en las que, aunque tuviese solo 4 horas para dormir, siempre sacaba unos minutos para acercarme al mar y respirar aire salado.  Supongo que si ahora tuviese que dejar de correr al menos 4 veces por semana, lo echaría tanto de menos como el mar.  Quién me lo iba a decir hace un año escaso…


Por cierto que releyendo lo escrito me doy cuenta de que con tanto correr y nadar estoy abandonando el ciclismo y eso no puede ser, así que mañana mismo haré una puesta a punto a mi pobre bicicleta de montaña y haré unos kilómetros, que uno de mis objetivos (inciso para los que me llaman nostálgico: ¡tengo proyectos!) es acabar un triatlón popular el próximo verano, independientemente del tiempo que me lleve hacerlo, simplemente llegar a meta.

Acabo por hoy, esto es todo amigos, a seguir adelante y no olviden súper vitaminarse y mineralizarse (Superratón dixit, un guiño nostálgico, yo soy así.)

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